Octava y última sesión del Círculo PPE 2025 abordó el impacto del transhumanismo en la vida humana

«Transhumanismo: cómo la biotecnología está cambiando nuestras vidas» fue el tema central de la octava y última sesión del Círculo PPE 2025, realizada el martes 4 de noviembre, instancia que convocó a estudiantes de distintas carreras en torno a uno de los debates éticos y tecnológicos más relevantes de la actualidad.

La sesión fue moderada por Bernardita Portales Velasco, directora del Centro de Bioética de la Facultad de Medicina Clínica Alemana Universidad del Desarrollo, magíster en Bioética por la UDD y doctora en Bioética Aplicada por la Universidad Anáhuac de México.

El expositor fue Erick Valdés, profesor investigador de Bioderecho del Observatorio de Bioética y Derecho UDD, con postdoctorados en Bioderecho por el Washington College of Law y en Bioética por Georgetown University, ambos en Estados Unidos.

El transhumanismo: orígenes y fundamentos

Durante su exposición, Valdés explicó que el concepto de transhumanismo no es reciente. Fue acuñado por William D. Lighthall en 1940 y posteriormente desarrollado por Julian Huxley en 1957. En la actualidad, sus principales exponentes son Nick Bostrom y Anders Sandberg, académicos vinculados a la Universidad de Oxford, lo que da cuenta de que el transhumanismo constituye un campo de investigación académica consolidado a nivel internacional.

Desde una perspectiva histórica, el expositor señaló que el transhumanismo es heredero del humanismo clásico, particularmente de la filosofía de Platón y su Teoría de las Ideas, que distingue entre la realidad sensible y una realidad superior inteligible. En ese sentido, el transhumanismo se vincula epistemológicamente con ideas como el ennoblecimiento de la realidad, la superioridad del ser humano, la búsqueda de la perfección y la aspiración a un ideal o estereotipo.

Tecnología, mejoramiento humano y debate ético

Valdés enfatizó que el transhumanismo es un fenómeno social, filosófico y ético, pero fundamentalmente tecnológico, ya que su expansión se explica por el acelerado desarrollo de nuevas tecnologías. Desde esta corriente, se sostiene que la naturaleza humana puede ser modificada y mejorada mediante la tecnología, no solo con fines terapéuticos, sino para elevar la condición humana.

Entre los objetivos del mejoramiento humano (enhancement), se encuentran el aumento de la expectativa de vida, el incremento de las capacidades físicas, intelectuales y morales, y un mayor control sobre los estados mentales. Según explicó el expositor, los transhumanistas consideran este proceso como un imperativo moral, en la medida en que la tecnología lo permita.

La exposición también abordó el debate entre la corriente transhumanista y la corriente bioconservadora. Mientras la primera defiende la democratización de las tecnologías de mejora humana y la libertad individual para decidir sobre el propio cuerpo —entendiéndolo como un nuevo derecho fundamental—, la segunda se opone a cualquier intervención que pueda modificar la naturaleza humana, advirtiendo el riesgo de deshumanización y la eventual aparición de una especie posthumana.

Finalmente, Valdés planteó dos desafíos centrales para el debate contemporáneo: por una parte, la necesidad de definir criterios claros de normalidad que permitan distinguir el uso terapéutico de la tecnología de su empleo con fines de perfeccionamiento humano; y por otra, la urgencia de equilibrar la preservación de lo humano frente al avance de las nuevas tecnologías.

Participaron de la sesión los estudiantes Ignacio Leal Gajardo, Florencia Andrade Espejo, Sergio Lobos Leiva, Benjamín Pizarro Alemparte y Sofía Rodríguez Toro (Derecho), junto a María Belén Flores Crovetto, Valentina Cifuentes Rodríguez, Pablo Vargas Rodríguez y Victoria Squella Ribeiro (Periodismo).

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